lunes, 27 de febrero de 2012

Repelente

"No es que este decepcionado" se dijo a si mismo. "Hay ciertas cosas que a uno lo repelen". Cerró el libro con fuerza y lo guardo en el cajón. Cajón que evitaría a partir de ahora. 
Ese libro está escrito y estuvo ahí siempre, no le llamo nunca la atención hasta que lo leyó solo para dar gusto a las personas que insistían que valía la pena su lectura . Le tomó sabor de a poco y con el tiempo, como un buen vino, se volvió agradable al paladar, sin atraparlo del todo pero atento a su mirada. Ese libro definitivamente no era lo que esperaba, y "como siempre", se dijo, "mejor seguir el instinto que guiarse por la masa. Ese párrafo repele, por lo menos a mi. Un buen libro no puede tener esas lineas en su interior".
Tiró la llave, se dirigió a su biblioteca, ubicó un libro de su agrado y siguió leyéndolo desde donde lo había dejado la última vez. 

jueves, 16 de febrero de 2012

Puertas cerradas

La puerta se cierra y ve que está ahí, esperando como siempre. Transporta el aire el perfume a través de la cerradura. La llave está quebrada y el aroma alborota sus nervios. La manija se mueve desesperada hacia abajo, hacia arriba, hacia abajo... la sangre fluye bajo la puerta y el aroma a perfume se transmuta en olor a putrefacción. Solo queda el zumbido de las moscas eternas sobre su cuerpo que hieren sus tímpanos. Siempre desde el otro lado de la puerta.

sábado, 11 de febrero de 2012

Solo unas horas

Ella es el día. Ojos de océano, profundos, enormes, tez blanca, hilos finos de oro que caen sobre su sien. Me pierdo en sus palabras. Hipnotizado, me despierta su lengua que asoma para acariciar los labios. Mis labios.

Ella es la noche. Oscura, silenciosa, se interna en sus propias ideas y cae en la obsesión de no saber que es lo que quiere. Es dulce y agria al mismo tiempo, se hace querer de a poco, se hace olvidar también.

Horas que transcurren en el vaivén del baile de las agujas de mi reloj y desatan la dicotomia de saber que es lo que deseo.